La destrucción de la célebre Biblioteca de Alejandría, en los primeros siglos de la era cristiana, fue uno de los hechos más tristes de la historia humana. En ese lugar, convertido en entusiasta y obsesivo faro del conocimiento, se había almacenado la más grande colección de libros y documentos jamás lograda, que reseñaban lo que las grandes culturas y los más grandes hombres de la antigüedad habían aportado al mundo en materia de ciencias, arte y filosofía.
Prácticamente todo desapareció en nombre de la irracionalidad y la ignorancia. Con ese terrible hecho, preludio de los aciagos tiempos que sobrevendrían, el mundo perdió una de sus posesiones más valiosas y se sumió en una larguísima era de oscurantismo, hasta la llegada del Renacimiento.
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