La clásica imagen del hombre estirando su mano en busca de un ser mágico o divino que lo escuche, lo proteja y le responda todas sus preguntas está cambiando inexorablemente.
Y eso está muy bien, porque el ser humano está prefiriendo buscar las respuestas en el análisis, la razón y la lógica, así como en su propia actitud frente a la vida.
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