Muy probablemente, un fenómeno tan espectacular como el que hoy se vio en el sur de Asia, en épocas remotas habría dado lugar a todo tipo de interpretaciones, conjeturas y predicciones entre los seres humanos que lo contemplaban, asombrados y con mucho miedo.
Es que casi con seguridad tendría que haber sido una señal de los dioses, probablemente enojados por su comportamiento, y por ende anunciando algo malo, como una sequía, un terremoto, una inundación, una peste o algo igual o peor de grave.
Hasta que llegó la ciencia, y en base a la simple observación y análisis de las cosas, y al estudio y a la elaboración de fórmulas matemáticas, fue encontrando la explicación a cada uno de esos "hechos mágicos", descubriendo que detrás de ellos no existe ninguna mano divina castigando nada, sino simplemente leyes físicas, químicas y astronómicas, que actúan totalmente al margen de lo que hagan los hombres, y que llevan, por ejemplo, a que cada cierto tiempo la Luna se interponga entre la Tierra y el Sol y dé lugar a distintos tipos de eclipse solar, como el anular de esta bella imagen.
La astronomía ha estudiado de tal manera el movimiento de los tres astros que sabe perfectamente qué día y a qué hora, y en qué lugares de nuestro planeta, será observable el siguiente eclipse. Gracias a la ciencia, se acabó la creencia en la magia y el temor infundado que resultaba de ello.
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