Venus, el segundo planeta desde el Sol, y muy conocido por su excepcional brillo en el cielo, se parece mucho a la Tierra, tanto en tamaño como en masa, densidad y gravedad, y también en su estructura interior y su corteza.
Pero se diferencia en que su corteza está repleta de miles de volcanes, y en que posee una gruesa capa atmosférica, en la que corren terribles vientos y abundan nubes que provocan lluvias de ácido sulfúrico. También se diferencia en que la presión atmosférica es 90 veces superior a la que existe al nivel del mar en la Tierra.
La atmósfera venusiana está llena de gases que provocan el efecto invernadero, al retener el calor del sol. Eso lleva la temperatura a 471 grados centígrados y convierte al planeta en el más caliente del sistema solar.
Sin embargo, se cree que hasta hace unos 715 de millones de años Venus tuvo una temperatura parecida a la de la actual Tierra, y océanos superficiales que pudieron haber albergado vida. Esa vida aún podría existir en las nubes del planeta, a unos 30 millas sobre la superficie, donde la temperatura y la presión son parecidas a las de la superficie terrestre. Los científicos han observado extrañas franjas oscuras en el hemisferio sur venusino, donde parece haber absorción de la radiación ultravioleta, un fenómeno que podría ser evidencia de vida microbiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario