La sonda Voyager 2, lanzada el año 1977, se convirtió a fines del año pasado en la segunda nave fabricada por el hombre que alcanza el espacio interestelar, aquel ubicado entre dos estrellas.
La información enviada por la nave permitió determinar que esta dejó atrás el 5 de noviembre la heliósfera, burbuja protectora de partículas y campos magnéticos creada por el Sol que se extiende bastante más allá de la órbita de Plutón. Ese límite, llamado heliopausa, es donde el viento solar caliente se encuentra con el frío y denso medio interestelar.
Su sonda gemela, el Voyager 1, cruzó esta frontera el año 2012, pero el Voyager 2 lleva consigo un instrumento de trabajo que proporcionará las primeras observaciones de su tipo acerca de la naturaleza de esa puerta de entrada al espacio interestelar.
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