Una religión tan basada en fantasías, y por ende tan racional o irracional (según se quiera ver) como todas las demás. Por ende, si las otras tienen ciertas prerrogativas legales, esta también debería tenerlas. Sería lo justo y democrático. Lo contrario sería discriminar, en nombre del mero prejuicio.
Pero en realidad no hay seguidores del Monstruo del Spaghetti Volador ni de la religión pastafariana. Lo único que se busca con mensajes de este tipo es hacer ver, mediante la sátira, lo cuestionables y absurdas que son las religiones, mucho más cuando se les convierte en dogmas, y con ello en peligrosas fuentes de fanatismo, sectarismo, discriminación, odio y violencia.
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