El sistema educativo menoscaba la importancia de la ciencia que brinda las verdaderas respuestas acerca de dónde provenimos, dónde estamos en el universo y qué somos dentro de este.
Esa grandiosa ciencia es la astronomía, que no puede ser tratada como un simple tema secundario dentro de la currícula educativa, y debe ser puesta en el lugar central que le corresponde.
Eso debe ser así porque, además de ilustrarnos desde su lado científico acerca de nuestro origen (explicándonos, por ejemplo, que cada uno de los átomos que componen nuestras células nació en el interior de las estrellas), nos induce (al hacernos ver lo insignificantes que somos en la vastedad del universo) a una profunda reflexión filosófica acerca de la necesidad de ser humildes como especie, y de preservar a como dé lugar el frágil planeta en que pudimos florecer como tal.
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