La religión es el negocio del siglo. Mueve billones (millones de millones) de dólares, obtenidos de la ingenuidad de la gente, que prefiere creer ciegamente antes que pensar.
Los predicadores, embusteros y cínicos, se encargan de demostrar la certeza de esa afirmación. Constituyen el punto más alto del descaro en el asunto. Todos deberían estar presos por estafa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario