La gran mayoría de astros existentes en el universo tienen forma esférica. Así ocurre con los planetas y sus satélites, y con todas las estrellas, incluido nuestro Sol. ¿Tal vez fue porque algún generoso creador decidió diseñar bellos objetos con esa fisonomía tan simpática y atractiva?
Por supuesto que no. Ocurre simplemente que al momento de su nacimiento todos esos astros, resultantes de la acumulación de gas y polvo, o de la violenta explosión de estrellas, eran grandes cuerpos sin forma, hirviendo a miles de grados de temperatura, y por ende altamente maleables.
En esas condiciones, la fuerza de la gravedad, al atraer por igual hacia su zona central todas sus partes, los moldeó sin mayor problema, dejándolos convertidos en esferas casi perfectas (muy levemente achatadas en los polos, por efecto de su movimiento de rotación).
Imagen: Vix
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