Jamás ha habido la menor evidencia de la existencia de algún dios. Nunca hubo uno que librara a la humanidad de ninguna de las desgracias que tuvo que afrontar, en un mundo nada paradisíaco y más bien muy hostil (como lo comprobaron los dinosaurios al ser extinguidos por los efectos de un gran asteroide y como lo comprueban las miles de personas que cada año mueren por fenómenos naturales de todo tipo).
El hombre ha sobrevivido a todas las calamidades (epidemias, hambrunas, cataclismos, etc) únicamente gracias a su inteligencia, a su valentía y a su instinto de conservación.
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