Dios no creó al hombre. Más bien fue el hombre el que se creó un dios, imaginándoselo para que lo protegiera y le permitiera enfrentar su miedo a lo desconocido y a la muerte.
Pero conforme el hombre ha avanzado en su conocimiento del mundo, y ha podido explicar cada vez mejor mediante la ciencia los hechos de la vida y de la naturaleza, ha ido dejando atrás tal idea.
Por eso se habla de un "dios de los huecos", para referirse a esos espacios del conocimiento que aún no han sido resueltos por la ciencia (por ejemplo la forma exacta en que se originó el mundo y cómo nació la vida) y que la religión aprovecha para llenarlos con la idea divina.
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