Así es. Ni la decencia, ni los valores ni los sentimientos dependen de la religión.
La inteligencia, el sentido común, la adecuada percepción de la realidad, una buena formación ética y humanista y la experiencia de vida son más que suficientes para entender que matar es malo y que la violencia y la mentira provocan sufrimiento a nuestros semejantes.
No se necesita haber leído ningún "libro sagrado" ni haber escuchado ningún fantasioso catecismo para darse cuenta de eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario